Mola mucho el tirarse a la piscina, improvisar, lanzarse a lo desconocido. En fin, irse a la aventura. Puede que haya gente a la que eso le parece valiente porque ellos no se atreven o quieren ir al mismo sitio pero con un plan. Por que uno no va por ahí a donde le lleve el viento o las corrientes. Bueno, sí. Pero eso ya es un destino. Y hay otro pero y es lo que te puedes encontrar por el camino. Puedes ir preparado por si acaso o esperar a lo que sale.
Hay gente que sale a la aventura para llegar a su destino, sabiendo lo que se va a encontrar pero sin llevar nada pensando en que todo pasará.
Pues no, señor Sánchez. No ha sido así. Su aventura era llegar como presidente y está bien pero, si para empezar la segunda parte le ayudaron porque no podía solo, tendría que haber tenido en cuenta que igual le hacían falta esas ayudas para seguir. Pero quiso hacerlo de la misma manera que el Gobierno anterior que era esperando que todo el mundo se apartara para dejarle pasar. Hay veces que sí pero no por ello va a ser siempre. Tampoco vale siempre el buscar atajos o dar rodeos porque puede complicarse el viaje. Y si vende su aventura como aventura total y absoluta, no debería buscar esas ayudas, puntuales eso sí, que dijo no iba a buscar. Pero sobre todo, si se hace, hay que evitar que se sepa por que las piedras en el camino pueden multiplicarse, complicar la marcha, ralentizarla y, como ha pasado, detenerla.
No critico su zambullida. No podría. Pero se equivocó al elegir la piscina.
jueves, 14 de febrero de 2019
A la aventura.
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