lunes, 9 de marzo de 2015

No es culpa mía.

Todo el mundo se puede preguntar de quién es la culpa de algo. Quién no hizo lo que tenía que hacer o, al menos, hacerlo cuando debía de hacerlo y, cuando pasa lo que nadie esperaba, porque muchas cosas no se hacen porque se piensa que ese "algo" no va a ocurrir nunca o, si ocurre, estará todo controlado, la gente se pregunta por el responsable de que las cosas no se arreglen en el momento. Pero la respuesta es fácil. Los responsables o los culpables son todos. Somos todos. Y si uno quiere señalar a otro o hacer análisis en plan de "si yo hubiera estado ...", meterá la pata. Pongamos como ejemplo la crecida del Ebro. Pedro Sánchez, por ejemplo, cual Fernando Alonso cuando tenía un coche que corría, ha perdido el culo, dos veces, para visitar la zona aunque más para dejarse ver y criticar (estamos en campaña, precampaña y pre precampaña electoral) al rival. Mientras, Mariano Rajoy no fue hacia allí hasta que no aprobó en Consejo de Ministros una partida para los afectados y se reunió con los alcaldes (y aquí vuelvo a hacer referencia a las múltiples citas electorales hasta fin de año). Desconozco si Cayo Lara, Albert Rivera, Rosa Diez o alguno de sus candidatos se ha pasado también por allí. Pero los grandes, los que se disputan todo, han elegido una opción equivocada. Ese río es el más caudaloso del país por sí mismo pero, encima recibe a todos los ríos que bajan de Pirineos. Ese cauce y, por añadidura, los de todos los ríos, deben estar limpios. Pero eso cuesta dinero. Y es posible que ese dinero esté en otro bolsillos. Señores políticos, señores que mandan, no echen balones como habitualmente. Piensen. Que para eso se les paga. O para que elijan ustedes a los que piensan. Porque a nadie le gusta eso de volver a casa y hacer evaluación de daños. Señores, lo tienen fácil. No se equivoquen.