miércoles, 22 de febrero de 2017

El caballero de la triste figura.

Sólo conozco tres formas de dar un primer paso. La primera, la más lógica, es darlo porque sí. La segunda, que te lo pidan. Y, la tercera, que te empujen. Todas tienen su riesgo. Uno es común, el precipicio. No siempre se mira el suelo que se pisa a menos que, antes se haya hecho y se elija otro camino. Pero eso sólo pasa en el primer supuesto. Lógicamente, el primer caso se da cuando uno está seguro de que debe hacerlo. Es responsable de las consecuencias que tiene, más que dar ese primer paso, sino los que se puedan dar después.
En cuanto al segundo paso, uno puede esperar a que alguien le anime por dos razones. Una puede ser por no tenerlas todas con sobre esas consecuencias del segundo paso pero también puede ser porque uno quiere parecer que son los demás los que le animan a uno a dar ese paso. Claro que si se hace rogar mucho, o se pone en marcha la tercera forma de dar ese primero o, si quiere darlo, lo de él. Y la peor de todas es la tercera. Uno no quiere dar ese paso por nada del mundo pero es obligado. O quiere darlo pero no por el camino que le indican.
Pues aunque lo disimule, ese caballero a quien se refiere el título es el señor Pedro Sánchez. El hecho de no poder disponer del 20Minutos me fastidió no poder leer la entrevista que le hicieron. Un periódico que está de su lado porque, entre su ideario está el unirse a Podemos que, como todo el mundo sabe, tiene a la publicación como portavoz. Creo que el señor Sánchez ha dado ese primer paso de las tres formas. Cuando se convirtió en secretario general, dió el paso porque quiso. Para las segundas elecciones esperó a qué la gente le animara. Y, ahora, le han empujado porque ya estaba bien de marear la perdiz. Se ha equivocado el caballero de la triste figura. Si estoy largando contra los que me han quitado, que menos que presentar batalla en vez de ver quien da el primer paso por iniciativa propia. Uno no puede esperar a ver cuanta gente va con Tal y cuanta con Pascual. Si eres buen gestor lo sabes. Sabes que toda la gente que has devuelto a la primera línea, valgan o no, a la que pusiste para intentar parecer solidario, aparte de llevarte un puñado de votos que esa gente podría traer en unas elecciones, son personas que apareceran a tu lado. Pero se equivoca porque, así, dando el paso de una manera que no sea la primera, no va a ser su candidato. Va a ser el de otros. Fallo. Lo normal es que no se confíe en él. Le pusieron. Como hizo él con la señora que está al frente del Ayuntamiento de la capital. Mandan los de atrás. "Tú sólo has de sonreir y decir ésto que te damos y que tienes que aprenderte" Y ese es su ideario. No hay más. Y se equivoca más si no comprueba quien le pasa las notas. Porque igual tienen otros intereses. Y es que esa gente no tienen más ideario que el suyo. Más intereses que los suyos. Ni son caballeros ni tienen triste figura. Lo malo de todo este cúmulo de equivocaciones es que hay gente, fuera de todo, que lo ve. Pero en vez de avisar, se unen a los de la espalda. Siempre fue más fácil apuñalar desde ahí porque el de delante no suele mirar de reojo.
Pero sólo son percepciones mías. Aunque va por mal camino si va por donde ha dicho que va a ir. Estado federal (reclamación histórica socialista) y respetando la plurinacionalidad de la sociedad española. O sea, decir dos veces lo mismo para no decir nada. En eso el caballero no ha cambiado. Nada. Malo. Equivocación. El tiempo dirá.

lunes, 6 de febrero de 2017

Los otros.

Por mucho que lo haga pensar el título, en un principio no iba a ser una entrada de cine. Pero he pensado que sí. Película de suspense. Quien supiera de lo que voy a escribir (generalmente sólo tengo la idea pero no sé cómo voy a plasmarla) me podría decir que no tengo derecho a quejarme y protestar. Hablar no hay problema porque hablar es gratis. Pero protestar es otra cosa. ¿Porqué?¿Por no estar empadronado? Cierto que durante 7 años (mes arriba, mes abajo) no tuve mi residencia ni estuve empadronado en la capital. Y ahora, empadronado desde hace año y medio en otra parte aunque los cinco últimos meses viviendo en Madrid. Pero como se dice que un madrileño lo es siempre haya nacido donde haya nacido, siempre me he sentido como tal. Ya no quien me conozca pero sí que me haya leído, tanto por aquí o por Facebook, o me haya oído, sabe que el equipo al que pusieron al frente del Ayuntamiento de la ciudad más importante del país -aquí permítanme un inciso porque, al menos para mí, una cosa es ser elegido y otra, muy diferente, ser puesto. Y ya no hablo de estar puesto como parece algún concejal- no es de mi agrado. Y no lo es porque, por mucho palmero que tenga, su gestión, por llamarla de alguna manera, no es que sea mala, no. Es que es nula. Dentro de cuatro meses se cumplirán dos años desde las elecciones que perdieron todos los partidos menos uno. Pero en este país es más importante que no gobierne Fulano. Da igual que eso vaya en perjuicio de los ciudadanos pero eso es otro tema. También he dicho y escrito más veces, que el gobierno que está al frente del ayuntamiento madrileño (nunca me oirán ni me leerán juntar en la misma frase Ayuntamiento de Madrid y gobernar a menos que sea negativa) no ha hecho más que generar polémica. Crío la fama y me echo a dormir. Y la fama de la abuela, su equipo o quien la manda, es hablar. Da igual de lo que sea. Pero hablar. Lo único bueno que ha trascendido de lo que ha hecho fue aplicar el protocolo anti contaminación, creado, por cierto, por el anterior equipo de gobierno, la primera vez. Todo lo demás han sido cagas, meteduras de pata y globos sonda.
Pero la gota que colma el caso es proponer votaciones para decidir que hacer. Eso demuestra que no tenían, tienen, ni tendrán programa. El único programa que su formación ha tenido (o tiene, que no lo se) es el de HispanTV. Nada más. Porque piensan que ésto es un juego. Vale que no vas a llevar toda tu lista llena de políticos profesionales. Pero no lleves gente que su único mérito es ser amigo de, ser un delincuente (si para ellos es un delincuente cualquiera que esté en un proceso judicial aunque no sea uno de los acusados, ellos también tienen que pasar por lo mismo) o chaqueteros que lo han hecho para ver si rascan. No saben. No valen. No quieren saber. No quieren valer. Si no hago nada, no me equivoco. O sí. Pero nunca lo van a reconocer. Organizo paripés para que, supuestamente, la gente crea que decide. Es decir. Ellos no hacen nada. Lo hacen los otros. Señor bendito.