martes, 26 de septiembre de 2017

El catalán.

El verano hace que uno, no es que pierda costumbres, que no, sino que las deje aparcadas. Eso ha pasado con mis blogs. Eso sí, que nadie se crea que lo he olvidado. He estado escribiendo preparando los nuevos artículos. Y aquí va uno de ellos de la más actual actualidad.
Por desgracia​, tras los atentados en Barcelona y Cambrils, ha saltado a la palestra el tema del catalán. Bueno, del uso de la lengua catalana mejor dicho. La gente se ha puesto de uñas (y seguirá, seguro) por todo lo que se ha generado por este tema en vez de analizar lo que falló y porqué falló. Si falló algo, claro. Porque hay gente que dice que sí y otra, que no. Pero eso no es lo importante. Al menos, parecía que no. Lo importante era que se usara el catalán como lengua. Para mí, que quede bien claro, el catalán es como el galego, el bable, el euskera y todas esas lenguas que hay en este país. Lenguas porque la Constitución dice que el único idioma es el castellano. Lenguas que sirven para enriquecer, aún más si cabe, la amplia oferta cultural de este gran país que es España. Pero ese no es el tema.
La cosa saltó por el enfado de un periodista holandés porque la rueda de prensa que estaban dando el mayor de los Mossos y el consejero de interior de la Generalitat se estaba dando en catalán. El periodista fue enviado aquí porque domina el castellano. Pero no el catalán. Si fuera una rueda de prensa en la que sólo fueran periodistas catalanes, o que entiendan catalán, me parece bien que se use. Pero donde hay gente de otras partes, pienso que no costaba nada hacerlo en castellano. El periodista lo tomó como una falta de respeto y se fue. Seguro que no fue el único. He estado en Barcelona y, si la persona que iba conmigo hablaba en castellano, la respondían en castellano. La conocieran o no. Ella es catalana. Yo pensaba que sería por mí. Pero no. Igual me pasó de pequeño estando de vacaciones por las tres provincias valencianas. Si no te conocen, esperan a que respondas. También recuerdo un viaje a Andorra. A la vuelta hicimos una parada en un pueblo. Hubo gente que entró en un bar pero poco después salieron enfadados. Los carteles estaban en catalán. Así que nos metimos en el de enfrente. Podría ser más catalán e independentista que el otro pero tener los carteles en castellano no le ocasionaba esos problemas.
Pero a lo que vamos. Todo este tema ha venido en medio de todo el jaleo del referéndum y la independencia. Y resulta que hay gente que quiere distorsionar los hechos. Desde dentro de Cataluña se quiere vender que desde fuera no gusta que se hable en catalán y, desde fuera, desde fuera, se quiere vender que la gente es intransigente. ¿Y quién monta estas historias?¿O quienes? Pues sinceramente, da igual. Es más, puede que sean los mismos. Porque puede que haya gente que lo piense. Pero hay otros que no. Si no me importa que la gente hable en galego o valenciá (digo yo que será así y sino, que me perdonen), no se porqué me va a importar lo otro. O sea, que no. Eso sí, soy intransigente en lo de la independencia. Pero eso es otro tema. Como dije más arriba, el catalán, la lengua catalana, forma parte de esa gran variedad cultural de España. Lo malo es que alguien lo quiere usar en beneficio propio. Espero que le salga mal. Y también espero que la gente respete de la misma manera que exigen respeto.
Adeu.