domingo, 16 de enero de 2022

Tener cabeza. O no.

Bien. Cabeza. El llevarse a la cabeza dos dedos a cada lado de la frente se da, a quien lo vea, la idea de pensar. ¿Pensar el qué? Buena pregunta. Quien lo ve, que igual no es el destinatario del gesto, es muy posible que no sepa el que pero hay veces que el de los dedos, tampoco.
Bien. Cabeza. Pensar. Valer. ¿Valer lo que se piensa? Buena pregunta aunque quien decide esas cosas es quien ve, oye, lee o sufre lo pensado.

Bien. Cabeza. Pensar. Valer. Es posible pero también está lo que piensa el que piensa. Él piensa eso por ser lo mejor. Piensa que es lo que hay que hacer. O sea, que siempre hay dos personas (o dos grupos) pero como escribí antes, quien valora lo pensado es el otro lado.

A fin de cuentas, quien tiene que pensar, sí o sí, si lo pensado merece la pena es para quien se ha pensado lo pensado aunque, también suele pasar, el pensante gana algo con lo pensado. Pero de una manera indirecta por parte de unos y directamente por sí mismo.

¿A qué lleva todo ésto? No lo sé. Ya lo pensaré.